Entre los términos árabes usados en la Península Ibérica, sáfat se usaba para denominar un cestillo que usaban las mujeres para poner sus perfumes y objetos para su arreglo personal. Con el paso del tiempo, la palabra se hizo castellana, pero con la forma: azafate.
En 1726, el Diccionario de Autoridades definía “azafate” como:
“Un género de canastillo llano texido de mimbres, levantados en la circunferencia en forma de enrejados quatro dedos de la misma labor. También se hace de paja, oro, plata y charol, en la forma y hechura referida”.
Azafates de madera
http://www.artesanum.com/upload/postal/9/8/3/azafate-85227.jpg
Azafate y servilleta
http://usuarios.multimania.es/valduvieco/azafate.jpg
José de Yavar, “Azafate”, h. 1755.
www.unav.es/…/pieza/azafate/default.htm
“Azafate”. Emblema historiado.
Presenta estampadas en el reverso sendas marcas de localidad y de autor, así como la burilada, tal y como estipulaban las normas de marcaje en Navarra, correspondientes a Pamplona y a José de Yavar. A pesar de que el punzón de Pamplona se encuentra en gran parte frustro, se puede identificar con la segunda variante de la marca de Pamplona utilizada a lo largo del setecientos, una doble P con corona de tres picos y borde inferior curvo, empleada entre la década de los años 20 del siglo XVIII y la década de los años sesenta de dicha centuria, cuando fue sustituida por una versión muy similar a ésta, en la que variaba la grafía y el tamaño de la misma. Mientras que la marca de autor, YAVAR, se corresponde con uno de los punzones utilizado por el platero pamplonés José de Yavar (1713-1777), hijo del también maestro Hernando de Yavar (1671-1725), con quien se formó en un primer momento, pasando posteriormente a terminar su aprendizaje en el taller del platero zaragozano José de Godoy, donde estuvo seis años. Este artífice obtuvo el grado de maestro platero en 1728, con el dibujo de una pila de agua bendita, de bello diseño, muy correcta en el trazo y profusamente decorada con motivos vegetales. Como ya hemos dicho utilizó dos tipos diferentes de marca personal, parece ser que indistintamente, sin que una sustituyese a la otra en el tiempo, por un lado una cabeza con yelmo, y por otro su apellido dispuesto en una sola línea y en letras mayúsculas, tal y como figura estampada en el azafate aquí estudiado. Numerosas son las obras de José de Yavar que han llegado hasta nuestros días, todas ellas piezas religiosas, salvo el azafate aquí presentado, que se constituye como la única de las obras civiles conocida de este maestro, a pesar de que sabemos que recibió numerosos encargos por parte de comitentes particulares. Entre sus obras religiosas podemos mencionar el busto relicario de la Magdalena de la Catedral de Pamplona, la cruz procesional de Pitillas, las crismeras de Echarri, la custodia de Azpilcueta, etc.
LA CAMARERA DE LA REINA O AZAFATA:LA ILUSTRE PORTADORA DEL AZAFATE
Alguien, de quien ya no se guarda memoria, pensó que azafata era buena palabra para nombrar a las damas que, en un azafate, llevaban las vestimentas y alhajas de la Reina. Así se leía en el Diccionario de Autoridades (1726):
“Azafata: Oficio de la Casa Real, que sirve una viuda noble, la cual guarda y tiene en su poder las alhajas y vestidos de la Reina, y entra a despertarla con la Camarera mayor, y una señora de honor, llevando en un azafate el vestido y demás cosas que se ha de poner la Reina, las cuales va dando a la Camarera mayor, que es quien las sirve. Llámase azafata por el azafate que lleva y tiene en las manos mientras se viste la Reina”.
Durante siglos, las reinas tuvieron a su lado a las azafatas con su azafate en las manos. Hasta que desaparecieron.
La suerte del término azafata, cambió un día del año 1936. César Gómez Lucía, ejecutivo de una línea aérea española, al ver a las damas que con charola en mano atendían a los pasajeros en los aviones, recordó la vieja historia y las llamó azafatas. Así, volvió a la vida a esta palabra.
Antes, la palabra azafata solo se usaba para los TCP femeninos, pero a lo largo de los años, los hablantes empezaron a utilizar la forma masculina análoga, cambiando la -a del femenino por la -o del masculino: azafato. La Real Academia Española ha recogido esta innovación gramatical en su versión enmendada del Diccionario de la RAE[1]
[editar] Primeros años
En los primeros años de la aviación comercial la compañía inglesa Imperial Airways tuvo en las cabinas de sus aviones lo que denominaban ‘cabin boys’, auxiliares de vuelo masculinos, en los años 1920. La primera asistente de vuelo de la historia tenía 25 años de edad y se registró con el nombre de Ellen Church (de profesión enfermera). Ellen Church, una apasionada de la aviación, se dirigió a Steve Stimpson de la Boeing Air Transport (BAT), en busca de trabajo. Stimpson, que regresaba de un largo viaje en avión, se había percatado de la necesidad de personal en cabina, y acababa de persuadir a sus superiores para contratar a tres “cabin boys” cuando recibió la visita de Church el 23 de febrero de 1930. Tras varias reuniones entre Stimpson y Church, sugirieron a la dirección de la empresa que las enfermeras podrían ser la tripulación auxiliar más idónea, ya que en caso de incapacitación de un piloto, ellas podrían prestar las atenciones médicas más apropiadas, así como la mejor asistencia a los pasajeros en caso de mareo o miedo a volar. La Boeing, que entonces no sólo era fabricante de aviones sino también compañía aérea, en principio dudó de la propuesta, pues consideraba que la mujer no era apta para volar regularmente debido a sus alteraciones hormonales derivadas del periodo, pero tras considerar los argumentos decidió contratar a ocho enfermeras (The Original Eight o The Sky Girls), entre ellas la misma Ellen.
Las nuevas asistentes de vuelo, que acabarían llamándose “stewardesses”, pronto se convertirían en parte integral de la industria aeronáutica, Las demás compañías aéreas empezaron a contratar enfermeras para sus vuelos, así lo hizo United Airlines en 1930. El requerimiento de tener un título de enfermería se relajó al comienzo de la segunda guerra mundial, cuando la escasez de enfermeras debido a las necesidades del conflicto bélico internacional hizo que se fueran contratando a otro tipo de titulaciones.
La primera responsabilidad de las azafatas y auxiliares de vuelo en el desarrollo de su trabajo es supervisar, en todo momento, la seguridad de los pasajeros, pero la parte más visible es la de trabajar atendiendo a sus clientes: sirviendo comidas y bebidas y acomodando en la medida de lo posible las necesidades de los pasajeros. Estos roles a menudo entran en conflicto, como cuando se deniega a un pasajero la ingesta de bebidas alcohólicas cuando ha bebido mucho, o cuando inquiere a los pasajeros para que se abrochen los cinturones, se sienten, o cualquier otro procedimiento que garantice la seguridad en la cabina del avión.
[editar] Los años de posguerra
El 22 de septiembre de 1946, la compañía Iberia cruzó por primera vez el Atlántico en un vuelo de 36 horas con varias escalas, la primera de ellas en Villa Cisneros, en el Sahara Occidental, donde se construyó un Parador para que los clientes de la compañía pudiesen pernoctar. Las azafatas estrenaron esa denominación en este primer vuelo transoceánico ya que hasta 1946 no existía la figura tal y como la conocemos hoy en día. Se barajaron varias posibilidades, aeroviarias, aeromozas, provisadoras, mayordomas y azafatas. Es posible que se optara por el término de azafata para designar la nueva actividad como la cuarta acepción que aparece hoy en el diccionario de la Real Academia de la Lengua: “criada de la reina, a quien servía los vestidos y alhajas que se había de poner y los recogía cuando se los quitaba”.
Los años 60 y los 70 ayudaron a confundir este rol primordial de la azafata mediante anuncios en los que atractivas azafatas con sugerentes voces indicaban por ejemplo: “I’m Kristin. Fly me.” (Soy Cristina, vuela conmigo). Algunas aerolíneas como Braniff Airways hacían cambiar de ropa a sus azafatas durante el vuelo, haciendo que sus vestimentas las convirtieran en más atractivas durante el servicio de comidas. En algunos anuncios a esta práctica se la denominó “air strip” con una música sugerente de fondo. Por otra parte alguna línea aérea requirió que sólo mujeres solteras podían trabajar en sus flotas. El libro de las autoras Trudy Baker y Rachel Jones titulado: “Coffee, Tea, or Me?: The Uninhibited Memoirs of Two Airline Stewardesses” publicado en 1967 enfatiza este aspecto del rol.
Otras variantes
Existen otros trabajos para los que se emplea el apelativo “azafata” y que suelen ser aquellas personas que atienden diversos servicios.
También azafata se puede referir a una persona que proporciona información.Las salidas profesionales de las azafatas son múltiples, aparte de congresos y convenciones, ferias y todo tipo de eventos existen los transfers en aeropuertos, actos sociales e institucionales, promociones publicitarias, acciones de marketing promocional, presentaciones de producto, eventos deportivos, degustaciones, etc. La azafata debe ser la imagen de un producto o un servicio siendo su cara mas amable. La presencia y, sobre todo, su saber estar se identifican con el producto o servicio para el que trabaja. Los requisitos son muy importantes siendo la imagen una referencia, ya que es un trabajo de cara al público. Normalmente se requiere una altura mínima de 1,67 cm, pero sobre todo es básico tener buena presencia, don de gentes, conocer idiomas y ser resolutivo ante los problemas que se puedan plantear.
LAS AZAFATAS DE LA REINA MARIA CRISTINA DE ESPAÑA
En esos últimos meses de vida de Alfonso XII, su esposa la reina María Cristina iba apuntando todos los desvíos, todos los desdenes, todas las barbaridades que el Rey protagonizaba. Y sufrió horrores. Alfonso decidió morir a pie firme y lo mismo visitaba a los enfermos de cólera -cuando él estaba para el Viático- que pasaba las noches de cama en cama, volvía a Palacio al amanecer y se ponía a trabajar en los asuntos del día. Tenía una hipervitalidad que delataba su enfermedad, pero María Cristina veía sólo vicio y desdén. Que también los había.
La muerte del rey fue rápida y con ella entró Cristina de Habsburgo en la Historia de España.
Se ha dicho aunque no parece cierto, que una de las últimas frases de su marido fue: «Cristina, guarda el coño y ya sabes: de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas»(sic.)
Pero los dos términos se cumplieron: la virtud de la Reina fue tan evidente como su acatamiento de la Constitución y del sistema turnante, aunque siempre prefirió a Sagasta. Lo mejor de su regencia es que los actos de Gobierno fueron sólo responsabilidad de los gobiernos.
La reina María Cristina y Alfonso XIII de España
Y no es que no le gustase mandar, pero esa pasión que nadie le había sospechado supo mantenerla dentro de la ley y del decoro, tan olvidados. En Palacio cambió la decoración, las salas, la servidumbre y las damas de compañía, que se hicieron célebres por feas.
http://www.segundarepublica.com/index.php?opcion=2&id=28
SOBRECARGO
Un nombre masculino para azafata o aeromoza es sobrecargo, un término herencia de las palabras del mar.
Al menos desde el siglo XVIII, los sobrecargos eran personas que abordaban un barco para cuidar de algún lote de mercancías y era su responsabilidad que llegaran a puerto “sanas y salvas”. Se los llamó sobrecargos porque eran una carga adicional a la mercancía que custodiaban. En el siglo XX, se tomó como nombre alternativo para los encargados de atender a los pasajeros en los aviones.
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